Medición del Estrés: Combinando la Variabilidad de la Frecuencia Cardíaca y la Presión Arterial
La medición objetiva del estrés fisiológico es cada vez más relevante en contextos clínicos donde el bienestar del paciente y la optimización terapéutica dependen de una monitorización precisa del sistema nervioso autónomo (SNA). Una herramienta clave para esto es la combinación de dos biomarcadores: la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV, por sus siglas en inglés) y la variabilidad de la presión arterial (BPV, por sus siglas en inglés).

Imagen ilustrativa.
¿Por qué medir el estrés fisiológico?
El estrés agudo o crónico influye directamente en la función del SNA, alterando la regulación cardiovascular, inmunitaria y metabólica. Identificar estos cambios permite personalizar tratamientos, ajustar sedación, prever descompensaciones y mejorar resultados clínicos. Esto es especialmente crítico en unidades de cuidados intensivos, anestesia, postoperatorios y manejo del dolor.
Variabilidad de la Frecuencia Cardíaca (HRV): Una ventana al sistema nervioso autónomo
La HRV representa las fluctuaciones en los intervalos R-R del electrocardiograma (ECG), reflejando la interacción simpático-parasimpática. Una HRV elevada suele estar asociada a un buen estado autonómico y resiliencia fisiológica, mientras que una HRV baja indica disfunción o estrés crónico.
Indicadores comunes:
- RMSSD (Root Mean Square of Successive Differences)
- HF (High Frequency) y LF (Low Frequency) en análisis espectral
- Índices de balance simpático/parasimático

Variabilidad de la Presión Arterial (BPV): Un complemento esencial
La BPV mide las fluctuaciones de la presión arterial en el tiempo. Aunque menos conocida que la HRV, la BPV refleja también la modulación autonómica y puede ser más sensible en situaciones de hipovolemia, sepsis o alteraciones vasculares.
El análisis conjunto de HRV y BPV ofrece una evaluación más robusta del estado autonómico. Por ejemplo, una HRV conservada con una BPV anormal puede señalar una desregulación simpática específica o compensación hemodinámica activa.
Aplicaciones clínicas prácticas
- Sedación y analgesia personalizada: Combinando HRV y BPV se puede monitorear el nivel de confort o dolor en tiempo real, optimizando el uso de opioides y anestésicos.
- Evaluación prequirúrgica y postoperatoria: Identificar pacientes con pobre control autonómico permite anticipar complicaciones cardiovasculares.
- Monitoreo en terapia intensiva: Detectar signos tempranos de descompensación, respuesta al tratamiento o progresión hacia disautonomía.
- Pacientes pediátricos y neonatales: Donde el estrés no siempre se manifiesta con parámetros vitales convencionales, la HRV y BPV ofrecen un monitoreo no invasivo altamente sensible.
Integración tecnológica
Hoy en día existen monitores clínicos avanzados que permiten calcular en tiempo real índices derivados de HRV y BPV, como el ANI (Analgesia Nociception Index) de Mdoloris o el Stress Index de ciertos sistemas de monitoreo hemodinámico. Estas herramientas facilitan la integración de estos parámetros en la rutina diaria del equipo médico y de enfermería.